RE-LIGAR COMO PRÁCTICA EMERGENTE DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO TRANSMODERNO
Autora: Milagros Elena Rodríguez* melenamate@hotmail.com, http://melenamate.blogspot.com/ CODIGO ORCID: http://orcid.org/0000-0002-0311-1705 

Orinoco. Pensamiento y Praxis/ Ano 07 / Nro 11/ (Noviembre. Diciembre 2019). Pp. (13-35). Multidisciplinarias/ISSN 2244-8314/ Organismo responsable. Asociación Fraternidad y Orientación Activa/ Editorial. Fondo Editorial ORINOCO Pensamiento y Praxis. Indizada/Resumida en Catalogo Latindex Folio 22927, y adherida a la Red Latinoamericana de Revistas Académicas en Ciencias Sociales y Humanidades (LatinREV) de FLACSO Argentina. Ciudad Bolívar. República Bolivariana de Venezuela.


* Para citar este artículo de investigación:

Rodríguez, M. E. (2019) “Re-ligar como práctica emergente del pensamiento filosófico transmoderno” Revista Orinoco Pensamiento y Praxis/ Multidisciplinarias/ ISSN 2244-831. 07  (11), pp. 13-35.

 Resumen
Esta investigación, enmarcada en la línea titulada: transepistemologías de los saberes y transmetodologías transcomplejas, desde categorías constitutivas como: antropoética, religar, complejidad, transdisciplinariedad, descolonización, decolonialidad; entre otras, se analizó la religancia como práctica emergente en el pensamiento transmoderno, objetivo de la indagación. A manera de cierre, más bien en una utopía como andar se tiene que la religancia aparece como un desafío de orden: epistémico, ético, político y humano. En lo epistémico, la complejidad creciente de los problemas fundamentales de la humanidad exige, cada vez más, religar conocimientos de distintas disciplinas a través de abordajes interdisciplinarios y transdisciplinarios. En el plano ético, la religancia se manifiesta como el desafío de construir vías de diálogo y comprensión entre individuos, grupos, culturas y sociedades diferentes. En el plano político, la religancia encarna el desafío práctico de construir estrategias que permitan regenerar el lazo social para volver a ser parte de una comunidad de destino y de un proyecto de futuro compartido; de la tierra patria a la que todos tenemos derecho, esta vez desde los aportes a la humanidad desde el Sur. En el plano humano y la convivencia, la religancia no puede realizarse sólo en la individualidad; conviene religar en un conjunto de personas en comunidades de aprendizaje, en el campo de acción, científicos que transvelizan interés y ceden ante la necesidad de religar ideas, aunque antagónicos emerjan con ellos principios de organización. Palabras Clave: Re-ligar, re-civilización, transmodernidad, colonialidad, antropoética, ecosofía.
RE-LINK AS AN EMERGING PRACTICE OF TRANSMODERN PHILOSOPHICAL THOUGHT Abstract
 This research, framed in the line entitled: transepistemologies of knowledge and trans-complex transmethodologies, from constitutive categories such as: anthropoetics, religion, complexity, transdisciplinarity, decolonization, decoloniality; among others, religion was analyzed as an emerging practice in transmodern thought, the objective of inquiry. In closing, rather, in a utopia such as walking, religion has to appear as a challenge of order: epistemic, ethical, political and human. In the epistemic, the increasing complexity of the fundamental problems of humanity demands, more and more, religious knowledge of different disciplines through interdisciplinary and transdisciplinary approaches. On the ethical level, religion manifests itself as the challenge of building avenues of dialogue and understanding between different individuals, groups, cultures and societies. On the political level, religion embodies the practical challenge of constructing strategies that allow regenerating the social bond to become part of a destination community and a shared future project; of the homeland to which we all have the right, this time from the contributions to humanity from the South. On the human level and coexistence, religion cannot be realized only in individuality; it is convenient to religionize in a group of people in learning communities, in the field of action, scientists who reveal interest and give in to the need to religiousize ideas, although antagonistic principles of organization emerge with them.
Keywords: Re-linking, re-civilization, transmodernity, coloniality, anthropoetics, ecosophy
 Résumé
Cette recherche, encadrée dans la ligne intitulée : transepistemologies de la connaissance et transmodologies transcomplexes, à partir de catégories constitutives telles que : anthropoïétique, religieuse, complexité, transdisciplinarité, décolonisation, décolonialité ; entre autres, la religion est analysée comme une pratique émergente de la pensée transmoderne, l'objectif de l'enquête. En guise de conclusion, plutôt dans une utopie comme la marche, la religion apparaît comme un défi d'ordre : épistémique, éthique, politique et humain. Dans l'épistémologie, la complexité croissante des problèmes fondamentaux de l'humanité exige, de plus en plus, de combiner la connaissance des différentes disciplines par des approches interdisciplinaires et transdisciplinaires. Sur le plan éthique, la religion se manifeste comme le défi de construire des voies de dialogue et de compréhension entre les différents individus, groupes, cultures et sociétés. Sur le plan politique, la religion incarne le défi pratique de construire des stratégies qui nous permettent de régénérer le lien social pour faire partie d'une communauté de destin et d'un projet pour un avenir partagé ; de la patrie à laquelle nous avons tous droit, cette fois-ci grâce aux contributions du Sud à l'humanité. Dans le plan humain et la coexistence, la religion ne peut se réaliser seulement dans l'individualité ; il est commode de se connecter dans un groupe de personnes dans les communautés d'apprentissage, dans le domaine de l'action, des scientifiques qui manifestent un intérêt et cèdent au besoin de connecter les idées, bien que des principes antagonistes d'organisation apparaissent avec celles-ci. Mots-clés : Re-ligar, recivilisation, transmodernité, colonialité, anthropoétique, écosophie.

Re-ligar saberes implica re-significar para re-inventar. Fontalvo (2017, p.192) Presentación, objetivo y categorías constitutivas El pensamiento filosófico transmoderno succiona sus raíces en el proyecto transmoderno que va al rescate de las víctimas y lo execrado en la colonización/modernidad que en este lado del mundo, comienza a imponerse en 1492 la masacre y encubrimiento en este lado del mundo; Enrique Dussel lleva la batuta investigativa en materia de transmodernidad. De esa imposición, luego de la liberación en físico de los invasores de nuestro territorio, queda aún fluente consecuencias en el poder y saber: el colonialismo, denominación que necesita de opresores y oprimidos; y que se ejecuta en grupos dominantes. Aníbal Quijano, Santiago Castro-Gómez, Edgardo Lander, Catherine Walsh, Arturo Escobar, Ramón Grosfoguel, Fernando Coronil y Walter Mignolo, entre otros constituyeron un entramado teórico-político que ha permitido problematizar la materia de la re-construcción del conocimiento en la modernidad y re-significar la configuración desde el pensamiento del Sur. Para pensar desde el Sur, es necesario rescatar lo execrado de la modernidad, entramar saberes, deconstruir maneras y métodos, anidar pensamientos que complejizen, cuan ecología de los saberes, Santos (1998). Es ir al abrazo de los topois, lo disímil; comunicarlos, entramar una educación otra compleja, transdisciplinar. Expresa, Morín (2011) en: La vía para el futuro de la humanidad, que una de las claves para poder armar complejidades curriculares es saber religar, ya que esto condescenderá tener un alto nivel transdisciplinar de lo que se quiere complejizar, pero ir más allá, trascender hacia niveles de conciencia humanizadoras muy importantes, esta es una de sus fortalezas constructivas, pensando en esta necesidad del ser humano re-civilizado. Se aclara re-civilizar es propiciar que “el ser humano se reencuentra consigo mismo, pero que puede hacer religar aún más a su mundo a su pensamiento planetario (…) es por ello necesario hablar de una nueva conciencia social” (González, 2013, p.167). Desde luego, se deben incorporar en estos procesos niveles deconstructivos como: social, cultural, educativo, investigativo, cotidiano, creativo y sin lugar a dudas, científico. En esa re-civilización desde el re-ligar ecosófico, debe emerger de acuerdo con González (2012) en otro tipo de seres humanos, humanizados, antropoéticos, investigadores, creativos, innovadores, críticos, transformadores y planetarios. Se trata de ciudadanos cada días menos antropocéntricos y más ambiocentrismo, una forma de diálogo entre naturaleza y sociedad. Todo ello lo veremos más adelante. El cambio de pensamiento entonces, la reforma del pensamiento es vital. El pensamiento transmoderno no puede estar cargado de los vicios modernistas, que en intentos críticos de tibieza enfrasquen una simple postmodernidad que significa el cono de la modernidad, la parte final de la modernidad que tiende a ligera las nefastas consecuencias de esta; que se explica en lo delante. No, es menester concientizar en primer lugar, quienes somos, cual es nuestra responsabilidad ante el mundo actual, ante la región del Sur que reclama de investigadores concientizados y de la con-formación de ciudadano transmoderno, de ello da cuenta Rodríguez (2013); es una transformación emergente. En estos momentos es menester precisar que con el pensamiento del Sur, se indica la descolonización en el proceso de la transmodernidad. Dussel (2005) indica todos los aspectos que se sitúan más-allá y también anterior de las culturas reconocidas en occidente y Norteamérica; toma aspectos positivos de la modernidad y postmodernidad pues no los execra; pero lo más importante rescata la parte de las culturas que la modernidad desecho, allí se encuentran la pachamama; los indígenas en Latinoamérica y el Caribe; entre otros. Desde aquí es posible pensar en la tierra, en la tradición, en la cosmovisión, y es también acá posible pensar en el re-ligar; o el otro encubierto al que Dussel (1994) hace mención que fue soterrado desde 1492 con toda su esencia de cultura milenaria. Desde estas ideas las colonias proveyeron un modelo de exclusión radical que “prevalece hoy en día en el pensamiento y practica occidental moderna como lo hicieron en el ciclo colonial. Hoy como entonces la creación y la negación del otro lado de la línea son constitutivas de los principios y practica hegemónicas” (Santos, 2010, p.35). Es así como en el proceso de descolonización sigue siendo aún en extrema vigencia una necesidad pues aún vivimos en el rezago de la colonización. Precisemos porque el proyecto transmoderno es el propicio y posible para el re-ligaje en escenario complejo; es necesario imaginar una utopía histórica de vida, una ““Transmodernidad” planetaria, mundial, una “nueva civilización” como “realizadora de los valores” de los “bárbaros”, de los de “afuera”, que incluya una redefinición la relación de la persona-naturaleza como recreación ecológica, y la relación persona-persona como justicia cultural, político-económico” (Dussel, 1992, p.174). Los escenarios postmodernos son negadores de la esencia del pensamiento complejo, es según Dussel (2005) el momento final de la modernidad, “en efecto, a partir de la problemática “postmoderna” sobre la naturaleza de la Modernidad –que en último término es todavía una visión todavía “europea” de la Modernidad-, comenzamos a advertir que, lo que nosotros mismos habíamos llamado “postmoderno”” (Dussel, 2005, p.11). Desde luego, la modernidad en el Occidente se inicia con la invasión de América por parte de los españoles, cultura heredera de los musulmanes del Mediterráneo, por Andalucía, y del Renacimiento italiano. Es de aclarar para la indagación que modernidad, postmodernidad, colonialismo, sistema-mundo, globalización y capitalismo son aspectos de una misma realidad simultánea y mutuamente constituyente de la dominación; llenas del carácter reduccionista. Para el momento del ardor que nos incita a pensar y desmitificarnos de nuestra propia formación reduccionista, que nos incita a re-ligarnos como sujetos conformadores de la historia. Advierte Enrique Dussel que el socialismo no es transmoderno, “se encuentran dentro del ambiente de una cierta euforia del “Norte” ante la derrota estrepitosa del socialismo real del “Este”. (…) “enseñarnos” a los del “Sur” que no repitamos errores político-económicos ya superados por la historia europea como irrealizables” (Dussel, 1992, p.73). El socialismo, en partes del Sur está cargado de destrucción al medio ambiente, entre otras carencias que lo hacen no considerado como transmoderno. En este ardor en la búsqueda de re-ligajes por excelencias en el proyecto transmoderno se ubica el sujeto de la investigación, víctimas de la formación modernista, pero agente de cambio. Bajo la conciencia ecosófica que rescatando lo olvidado y desmitificado del Sur podemos ser ejemplos, ante el mundo entero de una re-civilización urgente en estos tiempos. En el pensamiento del Sur, es necesario e imperante la concepción compleja del pensamiento, esto porque “el pensamiento necesita reflexión (conciencia) y la conciencia necesita pensamiento. Las actividades superiores del espíritu son una constelación de instancias que se producen unas a otras en un bucle recursivo (Morín, 1988, p. 216). Por ello el pensamiento complejo está lleno de la concientización que lo hace distintivo en el accionar. Es importante clarificar que la complejidad en el pensamiento del Sur no es negadora de la misma esencia de la complejidad; cuando se le pregunta a Edgar Morín: “¿Cuál es el aporte que tienen los pueblos del sur para el cultivo de un pensamiento complejo?” (Osorio, 2012, p.34); a lo que Edgar Morín responde: Creo que se puede hacer un pensamiento del sur a partir de las experiencias complejas del sur. ¿Por qué? Porque no hay que rechazar todo lo que llega del norte, hay muchas cosas importantes que llegan del norte, pero “la hegemonía del norte es la hegemonía del cálculo, de las cosas anónimas, de lo cuantitativo, del provecho, donde se destruye las cualidades de la vida, del saber vivir, del saber comunicarse con los otros” (Osorio, 2012, p.34). Pienso que hay un mensaje civilizacional que viene del sur para preservar sus calidades que se han extinguido en el norte; es importante tener clarificado esto. En la respuesta a la pregunta inicial siguió respondiendo Edgar Morín, “pienso que a partir del sur, -que es la victima de los procesos de la globalización porque es en el sur en donde hay el mayor crecimiento de las miserias y de la desigualdad-, hay la posibilidad de hacer las críticas al mundo actual del desarrollo, para proponer un modo más humano, un mundo de porvenir” (Osorio, 2012, p.34). Es de clarificar que tanto la transmodernidad como el pensamiento complejo han tenido que clarificar en su construcción saltar obstáculos, en tanto de totalizadores han sido hegemonizado. Ambos, no desechan personas si proyectos hegemónicos de soslayación en este caso del Sur, el Sur pude llegar a ser ejemplo y buen maestro que lo que no se ha hecho en el Norte para la salvación de la vida en el planeta, la aceptación de la diversidad, entre otros. También muchas naciones del Norte han sido víctimas de sus propios proyectos soslayadores y negadoras de la propia vida. Por otro lado, desde categorías constitutivas de la indagación como: antropoética, religar, complejidad, transdisciplinariedad, descolonización, decolonialidad; entre otras que emergieron se analizó la religancia como práctica emergente en el pensamiento transmoderno; como objetivo de la indagación. Donde en primer lugar, se fue a un breve examen la colonialidad del saber y poder como preminencia de dominación; luego al pensamiento filosófico transmoderno, la religancia emergente en el pensamiento filosófico transmoderno y algunas conclusiones en el camino, que es un andar y un re-significar de la civilización, una re-civilización; en la etapa prehistórica del espíritu humano, de la que Morín (2011) da cuenta. En lo que sigue se da cuenta de: la colonialidad del saber y el poder como preminencia de dominación, el pensamiento filosófico transmoderno, la religancia emergente en el pensamiento filosófico transmoderno y el cierre de la indagación que es un andar. La colonialidad del saber y el poder como preminencia de dominación Los pueblos colonizados se les hizo creer de ser culpables de su discapacidad, y subdesarrollo, inmadurez culpable, que justificaba la aparente conquista, pero luego tienen otra culpa, declarada por los que se creen conquistadores, lo afirma Dussel (1994) que dichos pueblos subdesarrollados se tornan doblemente culpables o irracionales cuando se rebelan contra esa acción emancipadora-conquistadora. Bajo ese yugo de doble racero inhumano, aún los rezagos coloniales en el poder y el saber nos subyugan y dominan. Desde ese yugo, se ha impuesto un centro inamovible de donde emerge lo único válido por conocer y enseñar, lo único potestante de transcendencia; mientras lo encubierto es declarado secundario y no valido, bajo el ejercicio de una educación amaestraste, operante a sus intereses, en el que las formas de dominancia se reinventan cada día, “la colonialidad del saber no solo estableció el eurocentrismo como perspectiva única de conocimiento, sino que al mismo tiempo, descartó por completo la producción intelectual indígena y afro como “conocimiento” y, consecuentemente, su capacidad intelectual” (Walsh; 2007, p. 104). Luego de ese proceso de colonización/modernidad esta última, la modernidad, sigue subsistiendo en un proceso inhumano colonial del poder y el saber, Martínez (2019, p.18) afirma que “la colonialidad es el proceso en que un sujeto-conquistador (ya establecemos una relación de poder) desplaza del centro de la relación social al otro, a una relación no-social sino material y de posesión”. Esta preeminencia de dominación es develada en la transmodernidad y hay caras ya no ocultas que llevan la batuta de decolonización que convoca a salirse del yugo, en primer lugar en el pensamiento y conciencia. Son muchas las estrategias globalizadoras subyugantes, pero según Palermo (2014, p.45) “la educación es la estrategia de colonialidad por antonomasia, de modo tal que es con ella que se siguen consolidando (…) el funcionamiento de la matriz colonial en la formación de los imaginarios”. Es con ese proceso reduccionista de los colonizadores donde se nos impone la secuencialidad dominante; la disminución y ocultamiento de nuestro poder de conocer y hacer desde el Sur. Para imponer dichas estrategias y con ellos conocimientos únicos como válidos, ha tenido que encubrirse los conocimientos desligados como los autóctonos, aborígenes, cotidianos; los nuestros; se trata del epistemicidio, que es la aniquilación sistemática de una forma de conocimiento, de la que Santos (2001) da cuenta. Es de tener claro en este punto que aspiraciones como interculturalidad, diálogos de saberes, entre otros de reconocimiento de lo nuestro son imposibles si “no hay interculturalidad sin descolonización activa de las prácticas educativas” (Palermo, 2015, p. 139). En contraposición a la gravedad de lo que padecemos emerge el pensamiento filosófico transmoderno, que en lo que deviene súbditamente se erigen esencias importantes para efecto de la indagación. Algunas pinceladas del pensamiento filosófico transmoderno Sin duda el pensamiento filosófico transmoderno ancla sus raíces en Xdevelar la dominación modernista en base a que estábamos en la etapa inmadura del conocimiento y que necesitábamos ser colonizados para alcanzar la madurez de desarrollo. Tal escusa tan macabra enmascara la verdadera realidad: los hechos de masacre de aborígenes, el saqueo a nuestro continente, la imposición y vejación. Tal realidad la expone muy claramente Dussel (1994) en su texto titulado: 1492: El encubrimiento del Otro. El pensamiento transmoderno, está en primer lugar cargado de la re-significación del imaginario social de que nos conquistaron para avanzar así hacia el progreso. Esta cargado de una conciencia clara de los hechos ocurridos, de la valía de nuestras capacidades, de la colonización de las mentes, del saber y el poder; que debemos luchar contra ello y tomar riesgos en tanto se necesitan verdaderos transmodernistas que rescaten primeramente en las mentes, lo nuestro. Nuestro gran continente, los pueblos, sus culturas, el camino ha comenzado y está bastante adelantado; hay que permanecer alerta a las nuevas formas globalizadoras de dominación, de colonialidad. El pensamiento transmodernista va con Dussel (1994) a la inclusión de la alteridad negada, esa exterioridad capaz de reconocer su positividad y su capacidad creativa, que ha permanecido oculta tras el telón moderno. Para ello, se requiere negar el eurocentrismo, y deconstruir el mito moderno que está asentado sobre un paradigma sacrificial. Si no hay pensamiento transmodernista no hay accionar. No hay procesos de salvaguarda de los nuestro, no hay rescate de víctimas encubiertas. ¿De dónde deviene el pensamiento transmoderno? Son duda, proviene de lo encubierto por la modernidad, luego de la invasión. Rescata las voces silenciadas y las potencialidades negadas, desde aquellos sitios del mundo que se vieron disminuidos por el ego moderno. Dussel (1994, p.222) indica el punto de arranque del pensamiento transmoderno va desde “lo que la modernidad excluyó, negó, ignoró como insignificante, sinsentido, bárbaro, no cultural, alteridad opaca por desconocida; evaluada como salvaje, incivilizada, subdesarrollada, inferior, mero despotismo oriental, modo de producción asiático”. El pensamiento transmoderno bajo el erige de la conciencia re-significada va a la necesidad urgente de develarnos quienes somos, nuestras potencialidades. Pero también, de la destrucción del ambiente, de las guerras, de la negación de nuestros aborígenes; y con ello de la supremacía cultural, denominando las culturas nuestras como minoritarias. Va a una reconstrucción en la educación de una emergencia constitutiva del amor por la vida, por los congéneres, del respeto por el planeta. Es una construcción ecosófica, el arte de habitar en el planeta; con el otro negado, con el olvidado; que es la conjunción de las tres ecologías, la social, espiritual y ecológica; en los estudios de unos de los pioneros Raimon Panikkar y Félix Guattari y otros filósofos humanistas como Rigoberto Pupo que unen la filosofía, el arte, la ciencia y toda producción humana a la tierra, deviene la ecosofía, a una nueva inteligencia del oikos, la casa del mundo y a una renovación práctica del ethos, los modos de habitar. Este pensamiento transmoderno se devela bajo la concientización antropoética, de la que Morín (1999, p.101) supone es la “decisión consciente y clara: de asumir la humana condición individuo-sociedad-especie en la complejidad de nuestra era, de lograr la humanidad en nosotros mismos en nuestra conciencia personal y de asumir el destino humano en sus antinomias y su plenitud”. El pensamiento y accionar en la trans-modernidad va en la búsqueda por construir un pluri-verso de sentidos, para ello Grosfoguel (2011) alude a revisar todo lo que quedó obscuro, oculto, desde la determinación eurocentrista y que se extinguiría ante el avance de la civilización occidental, por ello es urgente una racionalidad que relige considerando la razón del otro, el respeto a la otredad: el reconocimiento de la diversidad humana. El pensamiento transmoderno proviene también de re-civilizar el pensamiento modernista y el aspecto cognitivo del pensar, pues hay de acuerdo con Morín (2011, p.19) “dos tipos de carencias cognitivas: La ceguera propia que exige un conocimiento interdisciplinar; el occidentalocentrismo, nos da la ilusión de poseer lo universal”. La re-civilización no hay duda que alcanza todas las aristas y complejidades del inhumano y humano ser humano, así con Morín (2011, p.23) “la intoxicación consumista de la clase media se desarrolla mientras se degrada la situación de las clases más pobres y se agravan las desigualdades”. Por ello, hay que re-civilizar la conciencia reduccionista y modernista de lo que somos. Es en este pensamiento del Sur donde comienza una verdadera re-civilización de la humanidad; nos corresponde alzar la voz de los olvidados, de los oprimidos; es la hora de re-ligar entonces como práctica emergente el pensamiento transmoderno. En lo que sigue se presenta un gráfico resumen de esta sección. Figura 1. Realizada por la autora para la investigación 2019. La religancia emergente en el pensamiento filosófico transmoderno Sin duda pensar transmodernamente es ir a otros estadios de la condición humana, que rescatan la verdadera humanidad del ser; que minimicen la inhumana condición humana, Rodríguez (2019) da cuenta de ello. Es un nuevo orden de conciencia planetaria en pleno corazón del Sur, en pensamientos complejos y transdisciplinarios; esto es transcomplejos; González (2013, p.170) afirma que el “pensamiento transcomplejo va sobre el ser humano, qué hay en su esencia, cómo religar su re-civilización y cómo el ser humano vive en la naturaleza y por la naturaleza, es por ello necesario hablar de una nueva conciencia social”. Que se establece en el compromiso de la salvaguarda de los nuestros, en ir a los más íntimos imaginarios sociales subyugados en el que somos inferiores a los eurocéntricos, de esas minimizaciones estamos llenos aún en plena era. Volver a juntar lo separado, re-ligar como práctica emergente debe incitar a otra forma de accionar y con-formarse, en un ciudadano transmoderno, dialogante, no excluyente, consciente de su papel en la historia, especialmente la del Sur; Morín y Kern (1993, p.117) afirma que “habría necesidad de una ciudadanía planetaria, de una conciencia cívica planetaria, de una la opinión intelectual y científica planetaria, de una opinión política planetaria”. Para lograr tal fin, la educación nuestra autentica descolonizada, cargada de un poder suave de renovación de nuestros saberes aborígenes, cotidianos, autóctonos, descolonizados es urgente; ecologizados con los conocimientos científicos, operados por las pedagogías decoloniales que “serían ellas construidas y por construir: en escuelas, colegios, universidades, en el seno de las organizaciones, en los barrios, comunidades, movimientos y en la calle, entre otros lugares” (Walsh, 2014, p. 15). Desde luego, el rescate de lo execrado y olvidado de la educación en el Sur no execra los conocimientos científicos provisto de la modernidad; es que los engrandece los re-liga; porque es urgente que lo científico legitime lo soterrado, y lo soterrado acepte lo científico. Pero lo soterrado también tiene ciencia; soterrada y olvidada en lo legitimado por el Norte. Lo humano en el Norte lo no soslayado no debe temer a lo que emerja y se devele en el Sur. La tierra es una sola, la salvación es urgente. Es una educación re-significada y re-significante de lo nuestro, de lo olvidados, fuera de las elites colonizadoras disyuntivas y unidisciplinarias; González (2013, p.167) afirma que “es necesario que la educación logre penetrar en lo más íntimo del ser humano “su conciencia” y que la visión de mundo y universo logren generar una existencia basada en el amor y la libertad del sujeto”. Excelsitudes como religar lo científico con lo cotidiano, la persona con la naturaleza, la vida en general que no existen separada de la tierra. Por otro lado, el religaje debe ser transdisciplinar, González (2013) afirma que el religaje transdisciplinar implica un pensamiento del Sur, complejo y planetario es una re-civilización. Comienza en el Sur la re-civilización; la consideración de que de la tierra venimos y a ella nos debemos. Del mundo del Sur emerge la necesidad fundamental de religar, esto es, de volver a conectar lo que ha sido desunido por la cultura occidental. Para ello, la formación del ciudadano como esencia de transcendencia se trata de la regeneración moral, de la re-civilización, Morín (2006, p.194) afirma “la regeneración moral que necesita la integración, en nuestra propia conciencia y personalidad, de los preceptos de la autoética, a fin de reactivar nuestras potencialidades altruistas y comunitarias”. Es volverse hacia la formación continua, hacía la humanización, que solo el ser humano puede construir; aportes que respalda Rodríguez (2014). La religancia aparece como un triple desafío de orden: epistémico, ético, político y humano. En lo epistémico, la complejidad creciente de los problemas fundamentales de la humanidad exige, cada vez más, religar conocimientos de distintas disciplinas a través de abordajes interdisciplinarios y transdisciplinarios. Se necesita para ello la sabiduría, la ecosofía que según Guattari (1996, p.56) su objeto, es “la sabiduría para habitar el planeta. Propone pasar a la mundialización, rescatar lo local, revisar la visión que tenemos del mundo (…) la clave, saber en qué forma vamos a vivir de aquí en adelante sobre este planeta”. La sabiduría para habitar el planeta como ciudadanos éticamente responsable como educadores pasa por la condición humana que reconoce la necesidad del conocimiento y transdisciplinar; y que no es posible lograr irrespetando a su propios congéneres. En el plano ético, la religancia se manifiesta como el desafío de construir vías de diálogo y comprensión entre individuos, grupos, culturas y sociedades diferentes. La meta no es ya la construcción de una sociedad unidimensional ni un mundo de diferencias atomizadas y aproximadas, sino lograr la unidad en la diversidad de miradas, perspectivas e identidades; el respeto a la diversidad de cualquier tipo. Para ello la antropoética aparece emergentemente en el reconocimiento de la tríada: individuo-sociedad-y especie; Morín (2011). La antropoética o ética compleja cobra preeminencia en el pensamiento transmoderno desde excelencias en el hacer y accionar del ciudadano como: la resistencia, las voluntades verdaderamente humanas, la comprensión, el dialogo y el religar. Pero este religar al mismo tiempo re-interviene en cada una de esas excelsitudes del ciudadano. Para resistir debe convergen en el convencimiento de que lo que persigue es una utopía o camino que lo lleva a vivir re-ligando lo separado en cada cuestión que apremia separada y que en su esencia había estado ligada. Las voluntades apelan a las buenas voluntades en el medio de religar las diferencias; en un solo fin el bien común por encima de los intereses particulares; el buen vivir, Sumak Kawsay, la vida en plenitud, una oportunidad para imaginar otros mundos; Acosta (2013), el accionar en las comunidades, el levantar voluntades y reconocimiento de poder en el otro. Para dialogar hay que buscar religar, discernir, accionar y explorar las mejores cualidades de la humana condición humana; dejando expuestas las consecuencias de la inhumana condición humana. Vale la pena desde el Sur, y sólo desde el Sur pensar en una vida en plenitud, de la que Sumak Kawsay tiene cinco principios, de acuerdo con Acosta (2013): sin conocimiento o sabiduría no hay vida, Tucu Yachay, todos venimos de la madre tierra, Pacha Mama, la vida es sana, Hambi Kawsay, la vida es colectiva, Sumak Kamaña y todos tenemos un ideal o sueño, Hatun Muskuy. Son misiones ecosóficas más allá del buen vivir modernista que nos han impuesto y nosotros hemos propagado. La antropoética tiene en si un tipo de ecosofía, Colorado (2015, p.5) afirma que es una “ecosofía pedagógica compleja y profunda, concebida eticidad compleja y ecología de la acción para la formación humana, mediada por grandes ideas para preparar al hombre para el trabajo creador y la vida con sentido, en camino hacia la era planetaria”. El viraje del ser humano en su accionar es ejemplar desde la ética del género humano. El bien pensar como comprender bien, adecuadamente no reduccionista, que lleva con la ecosofía la re-civilización de la humanidad. En el plano político, la religancia encarna el desafío práctico de construir estrategias que permitan regenerar el lazo social para volver a ser parte de una comunidad de destino y de un proyecto de futuro compartido; de la tierra patria a la que todos tenemos derecho, esta vez desde los aportes a la humanidad desde el Sur; si el Sur valioso, grandioso lleno de amor por la naturaleza, el respeto por la vida del otro, la vida en el planeta; así debemos de este lado del mundo reintervenir en la vuelta a la civilización de la humanidad. Acá la antropolítica es la batuta del accionar político, se entiende de acuerdo con Osorio (2011, p.51) “como estrategia emergente para enfrentar el desafío humano en la era planetaria”. Todas estas posibilidades ecosóficas, antropolíticas y antropoéticas no tienen cabida en el paradigma modernista o postmodernismo, bajo el reduccionismo donde el ser humano se reduce a producir y hacer y su condición humana es desconocida o renegada a segundo plano, no conviene para el eje opresor y globalizado las subjetividades del ser humano. Para ello la toma de conciencia de que no se trata de paliativos mediadores en este caso: no se medía la crueldad, no se negocia la libertad, no se cede derechos a minimizarnos; no se dialoga cediendo nuestros derechos de ser, existir aportar, y volcarnos a la humanidad desde el Sur. Morín (2006, p.181) lo explica como “la toma de conciencia de la identidad humana común a través de las diversidades de individualidad, de cultura, de lengua”. Habla acá de la magnificencia de nuestra creación, de que el ser humano tiene con Jesucristo de Nazaret, en el reconocimiento de la sabiduría que emana de Dios y que es el máximo nivel de la Inteligencia Espiritual; así podemos re-civilizar la inconciencia, desde la aceptación que somos uno en el planeta. La aceptación de la complejidad de la vida, que es la vida del planeta, que el centro es este y que nos debemos antropoéticamente a una responsabilidad social, pero también espiritual, ecológica, y de la vida en el universo. Es la ecología espiritual como una de las tres ecologías que conforman la ecosofía. Aquí deviene la urgencia de re-significar y re-civilizar la condición humana, Osorio (2011) avalado por Morín (2011) afirma que concebir la Humana Conditio como una emergencia planetaria demanda de una nueva forma de pensar, requiere de un pensamiento complejo idóneo de pensar metamorfosis, ético y política de la humanidad en la era planetaria. La antropolítica así es la condición cómo conseguimos pensar complejamente lo urgente de la crisis de la humanidad, que se ha vuelto planetaria. La antropolítica tiene que ver con una nueva condición de recapacitar la humanidad en la era planetaria. En el plano humano y la convivencia, la religancia no puede realizarse sólo en la individualidad; conviene y es menester religar en un conjunto de personas en comunidades de aprendizaje en el campo de acción, comunidades de científicos que transvelizan interés y ceden ante la necesidad de religar ideas e intereses, aunque antagónicos emerjan con ellos principios de organización; de ello da cuenta Morín (2008). Ya convergen movimientos políticos-científicos, y de otras índoles desde el Sur. Hay que re-civilizar entonces nuestro comportamiento ante el otro, ante el egoísmo, hay que enseñar de que estamos hecho, volcarnos muy dentro de nosotros, desde el Sur; con lo que tenemos; con nuestro legado. Panikkar (2006. p.112) testifica dos intuiciones empíricas germinan en la “conciencia humana de nuestro tiempo: la guerra se convierte en sinónimo de destrucción; victoria no significa vencer una batalla y ninguna victoria aparece como un camino hacia la paz, sino, en todo caso, como un incentivo para la revancha”. El camino va en construcción, Rodríguez (2019, p.73) afirma que religar como emergencia en el pensamiento transmoderno es “deconstruir viejos paradigmas cimentados en formaciones tradicionalistas que nos incitan a formarnos desde la reforma del pensamiento, y conformar parte orgullosamente del grupo de unos pocos ávidos de cambio”, en el Sur; desde la re-significación de nuestra valía. Destruir, criticar es fácil, difícil y certero es construir para la mejora del mundo. En lo que sigue se resume esta sección en un gráfico. Figura 2. Realizada por la autora para la investigación 2019. A manera de cierre, más bien en una utopía como andar Religar, volver a ligar para re-ligar, es articular lo que ha sido desunido por la colonialidad/modernidad: nuestros saberes y nuestras prácticas; lo científico con lo soterrado. Los primeros, los saberes, se encuentran aislados en disciplinas hiperespecializadas e incomunicadas, reduccionistas y soslayadoras. Las segundas, las prácticas, se evidencian cada vez más atomizadas, encubiertas, en una sociedad fragmentaria y una cultura individualizante. Donde nuestra cultura es minoritaria, minimizada y de segunda. Pero religar, no es un acto inocente, es una desobediencia epistemológica, una transepistemologias de los saberes y transmetodologias transcomplejas para reinventar un conocimiento, con lo nuestro, con lo del Sur, así el pensamiento transmoderno urge del proceso de religar; y ello se consigue bajo un proceso complejo transdisciplinar y en consideración con la ecología de los saberes bajo la ecosofía, antropoética y antropolítica. No hay posible acto de religar bajo el reduccionismo, la vieja ética caducada, las políticas dominantes soslayadoras; ellas son dominaciones modernistas que están en consonancia con la colonialidad y dominación epistémica: una forma única de construcción del conocimiento, donde los saberes nuestros no tienen cabida, o son considerados insignificantes. En el religar, como volver a unir lo desunido de la colonización y colonialidad, la educación tiende un papel transcendental desde la transmodernidad; tiene como finalidad también la formación de un ciudadano educado en la antropoética; es la afirmación de cada persona y su cultura, de su dignidad y de su valor, y motivar a las personas, fortalecer sus capacidades, promocionar su potencial intelectual, físico y emocional y desarrollar integralmente, el potente material y el enorme potencial que cada individuo encierra; pero este ciudadano debe ser un ciudadano del mundo, aquel donde sus necesidades no están por encima de las del otro. Es la educación en la conformación de la diada ciudadanía-antropoética. Re-ligar, re-civilizar en el Sur no significa que no estaremos atentos a otras patrias, pues comprende todo aquello que se es capaz de comunicar, solidarizar, fraternizar; justo es volverse a nuestra tierra-patria, desde la conciencia ecosófica de volverse a la humanidad, a lo mejor de la condición humana, comprendiendo-nos, relacionando-nos, Fontalvo (2017). Morín (2006) ratifica el develar la identidad humana, esto sería religar en el pensamiento transmodernista; desde la complejidad y transdisciplinariedad; pese al avance de las ciencias estas son esencias por dé-velar, re-civilizar es entonces también avanzar en la educabilidad y la transformación del pensamiento modernista a uno transmoderno, pues dime como piensas y te diré como accionas. Referencias bibliográficas Acosta, A. (2013). El Buen Vivir. Sumak Kawsay, una oportunidad para imaginar otros mundos. Barcelona: Editorial Icaria. Colorado, J. (2015). 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