CULTURA POPULAR: UNA TEORÍA PROBLEMÁTICA Autora: Abilene Femayor, [1]abilenef30@gmail.com, C.I.10.572.212. Ciudad Bolívar. Estado Bolívar. Venezuela.
Orinoco. Pensamiento y Praxis/ Año 06 / Nro 09/ (Junio. Diciembre 2018). Pp. (14-26). Multidisciplinarias/ ISSN
2244-8314/ Organismo responsable. Asociación Fraternidad y Orientación Activa/ Editorial. Fondo Editorial ORINOCO Pensamiento y Praxis. Indizada/Resumida en Catalogo
Latindex Folio 22927, y adherida a la Red
Latinoamericana de Revistas Académicas en
Ciencias
Sociales y Humanidades (LatinREV) de FLACSO Argentina. Ciudad Bolívar. República
Bolivariana de Venezuela.CULTURA POPULAR: UNA TEORÍA PROBLEMÁTICA
Autora:
Abilene Femayor, [1]abilenef30@gmail.com,
C.I.10.572.212. Ciudad
Bolívar. Estado Bolívar. Venezuela.
RESUMEN
La
construcción de la cultura popular es un avance investigativo de carácter
cualitativo que tiene como objeto generar una disertación autocontestada sobre
lo problemático que es la Cultura Popular como constructo teórico. El método
empleado es el hermenéutico con una revisión documental de los aportes
socio-antropológicos en la materia. El resultado preliminar de esta
investigación es que la Cultura popular no obstante de ser un constructo
problemático debe seguir fortaleciéndose pese a las tendencias nacionalistas, a
las modas y la serialización frutos de la posmodernidad.
PALABRAS CLAVES: Cultura popular, Hermenéutica,
Constructo, Problemático.
ABSTRACT
The construction of popular culture is a qualitative research advance
that aims to generate a self-published dissertation on the problematic that
Popular Culture is as a theoretical construct. The hermeneutic method has been
used with a documentary review of the socio-anthropological contributions in
the matter. The preliminary result of this research on popular culture means
that, in spite of the fact that being a trouble construct, it must continue to
strengthen despite national tendencies, fashion and serialization have been
postmodernity results.
KEYWORDS: Popular culture, Hermeneutics, Construct, Problematic.
CULTURE POPULAIRE: UNE THÉORIE
PROBLÉMATIQUE
RÉSUMÉ
La construction de la culture populaire est une avancée de la recherche qualitative qui vise à générer une thèse auto-publiée sur la problématique que constitue la culture populaire en tant que construction théorique. La méthode utilisée est l'herméneutique avec une revue documentaire des apports socio-anthropologiques en la matière. Le résultat préliminaire de cette recherche est que la culture populaire, en dépit de sa construction problématique, doit continuer à se renforcer malgré les tendances nationalistes, les modes et la sérialisation, fruits de la postmodernité.
MOTS CLÉS: Culture populaire, Herméneutique, Construire, Problématique.
RESUMO
A construção da cultura popular é um avanço
de pesquisa qualitativa que visa gerar uma dissertação autopublicada sobre a
problemática que a Cultura Popular é como um construto teórico. O método
utilizado é a hermenêutica com uma revisão documental das contribuições
sócio-antropológicas na matéria. O resultado preliminar desta pesquisa é que a
cultura popular, apesar de ser um construto problemático, deve continuar a se
fortalecer apesar das tendências nacionalistas, modas e serialização, frutos da
pós-modernidade.
Descritores:
Cultura popular, Hermenêutica, Construto, Problemática.
[1] Licenciada en Educación Preescolar,
Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (1997), Ciudad Bolívar.
Especialista en Gerencia Educacional, Universidad Pedagógica Experimental
Libertador (2006), Ciudad Bolívar. Doctorante en Ciencias para el Desarrollo
Estratégico, mención Organización Comunitaria y Poder Popular, Universidad
Bolivariana de Venezuela.
Cuando
se nombra la Cultura Popular todos piensan automáticamente en las
manifestaciones del gentilicio de una comunidad o nación. Lo popular siempre se
ha referido al “pueblo” en quien reside la soberanía. Desde la antigüedad
clásica, kratos nombraba al gobierno,
autoridad o poder, y “demos” al
pueblo; es decir, el gobierno del pueblo. Abraham Lincoln diría en el siglo
XVIII, cuando ya existían sociedades libres, no esclavas, como entonces en
Grecia y después en Roma, que la democracia es “el gobierno del pueblo, por el
pueblo y para el pueblo” y sin duda, la cultura popular es una expresión
democrática del gentilicio.
Muchas
son las teorías políticas desde entonces, y todas coinciden en atribuirle en
mayor o menor grado la soberanía al pueblo convirtiéndolo en un sujeto de
poder; de manera que el concepto de pueblo tiene por esta causa una clara impronta
político – ideológica y como tal es sujeto de manipulación e ideologización por
parte del Estado y grupos partidistas.
Por tal
razón, se tratará de situar en una perspectiva de transcomplejidad, los
discernimientos sobre Cultura Popular, de manera de intentar comprenderlos
mejor, no sin antes contextualizar lo que se entiende por Complejidad. Para
Fernández, R (2016:9) en Morin (2002:22) “es el todo y las partes debidamente
organizados, tanto en la cabeza como en la vida práctica”; la complejidad
remite a la idea de articular disciplinas, áreas y espacios del saber, de
manera que se comprende cuando un todo denominado Cultura se lee en clave de
ideología y en clave de construcción de la gente, así como se debería entender que
su “uso” manipulado puede tener consecuencias perversas, tanto como ignorar que
ella existe.
La
cultura es un concepto que se corresponde con las prácticas sociales de una
comunidad o nación. El concepto tradicional se refiere a todo aquello que el
hombre hace y, quizás en este sentido, puede estar más “libre” de
contaminaciones, pero al unirse como sustantivo al adjetivo “popular”, además
de las intencionalidades de su uso que en nada tienen que ver con el asunto
gramático, comienza a resultar un constructo problemático; especialmente cuando
ha sido usado como sustrato de modelos nacionalistas que, ensalzando figuras
patrias, batallas, héroes y banderas lo han dogmatizado para exaltar conductas
políticas a favor.
Colussi,
Marcelo (2018:1) afirma que “definir lo popular es complejo (…) desde una
posición conservadora, de derecha, en sentido casi despectivo, contraponiéndolo
a elegante, a refinado. (…) en las izquierdas políticas (…) "lo
popular" tiene el valor de reivindicación, de grito de protesta”. Este
planteamiento evidencia los diferentes matices problemáticos del constructo que
pueden asumirse desde posiciones radicales de lado y lado, pues se toca lo
concerniente a ideologías claramente polarizadas; posturas que se cruzan en el
entramado transcomplejo que es la realidad y las interpretaciones teóricas
mismas.
Sin
embargo, para Sobrevilla (2001:22), la Cultura Popular es un “regionalismo que
se acantona en los productos ya alcanzados de la propia cultura rechazando todo
aporte nuevo foráneo”, este rechazo fortalece la idea de un nacionalismo que
puede ser dañino en el sentido de asumir rasgos de otras culturas que en algún
momento se considera hegemónica o, simplemente la única que “es”, como hizo la cultura castellana (español).
Es
por esto que el comunitarismo pasa a ser una de las amenazas a la construcción
de un proyecto de cultura popular, porque si se observa desde la perspectiva
del “ser social” o el pertenecer a una historia colectiva común, a una comunidad
por encima de todo, cual es la propuesta comunitarista, se corre el riesgo de
en lugar de adversar al liberalismo y sus ideas individualistas, construir un
acantonamiento excluyente de la totalidad del pueblo y con ello, todo lo que se
convoca con la invocación de “cultura popular”.
Santiago
Juárez (2010:1) sostiene que para los comunitaristas “los márgenes de estas
comunidades tienen unos límites establecidos, y el interés en mantener dicha
diferenciación entre lo que está dentro y fuera de las mismas es de especial
importancia”, afirmación lapidaria que sustenta lo que representan estas tendencias
contra la cultura popular a la que podrían oponérsele fácilmente, además de
eso, añade que: “Contrariamente a lo expuesto y defendido por los liberales,
los autores de la corriente comunitarista han señalado que más allá de la
autonomía personal, es necesario reconocer la pertenencia y la identificación
del individuo con una comunidad determinada” (Ibidem, p, 2); planteamiento este
que luce apasionado no tanto por las convicciones de los que en él creen, sino
por el carácter de anatema que parece exhibir.
Ahora
bien, si se asume vehementemente la segmentación perversa que ha tenido la
cultura popular como contracultura de la cultura de élites o bellas artes, hay
un sello de origen asociado a la hegemonía colonizadora contra los pueblos
objetos de colonización; circunstancia ésta que ha servido a nacionalismos,
nazismos, fascismos, marxismos, estalinismos e “ismos” de toda índole, llevando
así una fuerte carga regionalista – localista “acantonada”, lo cual en un
momento histórico tuvo su razón de ser, pero ahora, en la era postcapitalista,
caracterizada por el desarrollo de las tecnologías de información y
comunicación y la pérdida de certezas que proporcionó la razón moderna, no,
aunque en la actualidad, el desarrollo de una teoría de la cultura popular está
reñido con el proceso globalizador. Todo apunta a que es el gran obstáculo de
las culturas originales.
Visión cósmica de la Cultura Popular
(ver figura 1).-
Los
modos de producción de conocimiento van parejo con las realidades sociales y
culturales; ningún conocimiento surge de la nada, ni siquiera el idealismo; todo
es producto de una búsqueda constante de la verdad que ha signado al hombre de
todas las épocas y hoy, con el advenimiento de las tecnologías de información y
comunicación, el avance de la microelectrónica, sumado al desvanecimiento del
sujeto histórico emancipador de las sociedades y el caos ecológico que vive el
planeta a pesar de las grandes conquistas tecnológicas, la visión de la cultura
debe ser cósmica, lo que no niega la existencia de un sujeto de acción.
Justamente,
el sentido del término “cósmico” se refiere a lo global, incluye las partes de
ese todo (cosmos), puesto que las realidades no pueden estarse evaluando ni
concibiendo desde miradas unilaterales, jerárquicas, de un conocimiento
específico, único o absoluto; es una postura transcompleja ante los fenómenos, a lo cual se le suma que el mundo
ha cambiado para mostrar a la humanidad que la revolución
científica
es la que más ha acercado a los hombres y las culturas, la que ha hecho posible
que las minorías se conozcan en el globo y se sepa de su condición de culturas
dominadas, de pueblos esclavizados y gobiernos despóticos e irregulares que
pasan por democráticos; de hambruna y escasez; todo esto se sabe gracias a la
revolución tecnológica aunque no todo sea color de rosa, ésta es una verdad del
tamaño del planeta así se diga que la sociedad de la tecnociencia ha vuelto
trizas culturas, tradiciones y costumbres, las naciones que menos se pueda
alguien imaginar, se han acercado entre sí.
En
este orden, la cultura absorbe también la idea de aculturación y
transculturación: “Aculturación” y “transculturación” es, para Ortiz (1940) en
Sobrevilla (2001:21) un proceso en que una cultura “recibe pasivamente ciertos
elementos de otra (…) se presenta una cierta “deculturación” (…), la
“transculturación” (…) una cultura adquiere en forma creativa ciertos elementos
de otra (…) a través de ciertos fenómenos de “deculturación” y otros de
“neoculturación”. La sociedad postcapitalista (también denominada sociedad
posmoderna) fundada en “la hipóstasis radical de la racionalidad
tecnológica (…), la decadencia de los proyectos humanistas (...), la
desconfianza hecha religión sobre todo discurso político (Lanz, 1993:48-54)”,
ha minimizado las distancias entre los Estados – naciones, las diferencias
culturales y lingüísticas se han reducido y el mundo comienza a ser diverso
culturalmente (neocultura, deculturación), más allá del proceso de
homogeneización que comporta.
En
este orden, las construcciones teóricas sobre cultura se han enfocado más hacia
el factor diversidad, posmodernidad, deculturación, y no hacia lo popular como
identidad (irrestricta) en el sentido nacionalista, o regionalista a rajatabla,
no obstante, hay que dejar en claro que los regionalismos se han hecho más
visibles gracias a la sociedad de la información, y nada de lo antes dicho
niega la necesidad de poner de relieve las culturas propias, pero las
realidades plurales vienen a ser un factor que torna más problemático el
constructo en referencia (cultura popular), en el sentido de dejar que siga
estando allí, en el centro del debate, como si pretendiese decir que no va
desvanecerse ni hibridarse. Seguirá siendo Cultura Popular, sin más.
A
este respecto, Tomàs (2014:2) afirma que “La destrucción de la cultura popular
(tradicional, europea) y su asimilación al folclore, no es más que un
precedente de la continua destrucción a que se ven sometidas las culturas
vernáculas de todo el mundo”. En situaciones como estas, la cultura, aliada a
lo popular, cobra relevancia como contracultura también en América Latina donde
es leída e interpretada como acción y participación inversas a los proyectos de
hegemonía cultural que ha hecho estragos en los países en vía de desarrollo;
particularmente en grupos étnicos originarios, mayoritarios poblacionalmente,
de México, Brasil, Perú, Bolivia, etc., países que en el proceso de
industrialización y urbanización de la década de los sesenta, han crecido, convirtiéndose
sus ciudades en megalópolis modernas.
Esas
ciudades son a decir de Bencomo (2003: 157), “el laboratorio por excelencia de
nuevas modas, tipologías emergentes y conductas seriadas”, donde el deterioro,
el olvido, el detrimento de lo propio, de lo local, lo popular se nota porque
las ciudades han perdido su esencia.
Un
estudio sobre las obras del cronista de ciudad de México, el escritor,
antropólogo y ensayista, Carlos Monsiváis, realizado por Cifuentes (2010:148),
reafirma “la innegable norteamericanización de buena parte de la sociedad en
México, que se hace perceptible durante la década del sesenta, y los efectos
del consumo de los medios de comunicación; de la expresión de la contracultura
emergente”.
Tal
situación constata las teorías de renovación y promoción de las culturas
populares y se sintoniza con las prácticas originarias, cotidianas, que son
reclamadas por razones tácitas por los que apuestan a la preservación del
patrimonio inmaterial de los pueblos y por quienes, desde una visión
izquierdista han reivindicado el valor del constructo Cultura Popular, amén de
lo que implican los nuevos modos de vida
posmodernos que siempre compiten, sin proponérselo, con lo popular,
incluso con los nacionalismos. Llegaría acaso un momento, en que lo
posmoderno se convierta en una cultural
específica y plural; vale decir una y múltiple.
Figura 1 Visión cósmica de Cultura
Popular
Cultura Popular: ¿Realidad, o política
de Estado?
Transcomplejamente:
Las dos a la vez.
Una,
porque lo popular, como residencia de lo originario, de lo cultural, lo
lingüístico y costumbrista, es una realidad. Siempre ha existido y existirá.
Como política de Estado también existe, puesto que todo Estado tiene la
responsabilidad de promover, difundir y fortalecer las manifestaciones
culturales propias de las naciones que gobiernan. Y si algo mantiene el
conocimiento de las culturas populares, entendidas como manifestaciones
nacionales, son las políticas de Estado a nivel internacional, nacional y
regional.
De manera
que aquí, lo único que parece ruidoso es el uso que hace el Estado de esas
manifestaciones; en especial, las más sensibles de exaltar para efectos de
consecución de poder son las asociadas a símbolos patrios, héroes, banderas,
signos identitarios que por estar instalados en la subjetividad de los pueblos
se facilita exaltarlos, manipularlos.
La proclama
de la UNESCO (2001:1) cuando declara el respeto por la Diversidad Cultural
matiza los acontecimientos nombrados. La diversidad cultural “es patrimonio
común de la humanidad” y en razón de ello “la cultura adquiere formas (…). Esta
diversidad se manifiesta en la originalidad y la pluralidad de las identidades
(…), la diversidad cultural es tan necesaria para el género humano como la
diversidad biológica” (artículo 1), señalamientos éstos que permiten
concluir que es necesario asumir la cultura popular desde una visión cósmica
que incluye sin dudas, a países como el nuestro: Venezuela.
La cultura popular en Venezuela.
La
cultura popular venezolana es muy vasta. Venezuela es cuna de cantores, poetas,
artistas plásticos, músicos, arquitectos, educadores, ceramistas, danzadores,
compositores, cultores, médicos y científicos, que han otorgado un aporte
significativo a la humanidad.
Posee
un acervo patrimonial diverso en todas sus regiones y sin embargo, no existe un
debate acerca del tema de lo popular, solo acciones de Estado. Por cierto que,
la posición sobre la cultura expuesta por el gobierno venezolano, se inscribe
en las políticas latinoamericanas; los temas presentes en el portal de la
Alternativa Latinoamericana Bolivariana (ALBA), por ejemplo, son en los
términos siguientes:
Buen
Abad (2018:3) plantea, casi en delirio regionalista, la necesidad de que la
cultura vaya de la mano con las victorias de la Patria Grande que es América
Latina, propuesta oportuna porque tiene caracteres que se asemejan a los que en
Venezuela hoy se enuncian en los discursos socio – políticos y en los planes
estratégicos de la nación que delinean un modelo de sociedad socialista y
bolivariana:
Nos
urge construir la Historia completa de las Luchas Culturales y Comunicacionales
de la Patria Grande. Escribirla a muchas manos (…). Para que no nos desoriente
ni nos deprima la “Historia Oficial” que la burguesía inventa para usurparnos
las luchas y sus símbolos, la revolución y su sentido.
Nos
urge construir la Historia Completa de las Luchas Culturales y Comunicacionales
para recuperar y salvaguardar nuestro derecho a ser creadores y creativos de un
modo nuevo de vivir y de decir cómo queremos “vivir viviendo” y no vivir
sobreviviendo el desastre planetario que el capitalismo ha dejado.
Se
observa una tendencia regionalista – clasista que concuerda con las posiciones
teóricas de autores que defienden a ultranza la cultura popular no sólo como
concepto sino como una realidad social característica de pueblos colonizados
como los de América Latina y de Estados - naciones que aspiran instalarse en el
poder implementando ideologías nacionalistas.
El
Estado venezolano se ha valido de políticas públicas emanadas del Ministerio
del Poder Popular para la Cultura y del Centro de la Diversidad Cultural que
más auge le ha conferido a la cultura, para promover lo popular como cultura
que se identifica con un proyecto de país y con un segmento especifico de la
población; sin embargo, es bueno acotar que desde que la UNESCO declaró en 2001
el respeto ´por la Diversidad Cultural, tales políticas se han circunscrito a
lo diverso dentro del fomento a la cultura “local” o “popular”.
¿Qué significa esto?
El
mundo globalizado por los mass media
ha hecho posible que la cultura popular pueda verse no con una mirada hacia el
ombligo propio, sino con una mirada hacia fuera, al exterior de los Estados –
naciones; es decir que, lo popular como identidad irrestricta ha ido
desapareciendo, no sólo por el hecho mismo de que se vive en el seno de
sociedades que adoptan o asimilan culturas de otros pueblos, sino porque el
mundo posmoderno ha promovido de manera constante el intercambio y la
interconexión mundial, de modo que las culturas están en retroalimentación
permanente.
Algunas diferencias.-
Recapitulando,
la Cultura Popular en Sobrevilla (2001:22)
se ha entendido como un “regionalismo acantonado que rechaza todo aporte nuevo
foráneo”, en este caso, quiere confrontar el hecho moderno, mass mediático.
Lo
mediático está directamente asociado al desarrollo tecno científico, sobre todo
al hecho comunicacional que se desarrolla mediante los medios culturales o de
comunicación ampliamente estudiados por la Teoría crítica, que cuestiona el producto
de una Cultura mediática. Esta
lectura es distinta a la de cultura popular, porque la masificación se refiere a
muchedumbre, multitud sin distinciones, uniforme, serializada, uniformada.
Un
autor como Riffo Pavón (2015:5-6) afirma que la cultura de masas “a grandes
rasgos obedece a la masividad de la cultura (…), la implementación de nuevas
tecnologías, los medios de comunicación emergen con mayor fuerza (radio,
prensa, cine, televisión). Son estos los medios que hicieron que la cultura se
masificara” sin llegar a ser popular, todo lo contrario, la cultura popular es distintiva, múltiple, auténtica, similar al
folclore, lo contiene, mientras que lo mediático es más bien esnobista,
tecnicista, a distancia, transculturizado.
El Folclore también se ha concebido como
el “producto del quehacer de una sociedad determinada” (Urrutia, 2006:1), no tiene ese sesgo ideológico como la Cultura
popular, sin embargo, las manifestaciones culturales de la gente sí han sido
usadas para toda suerte de ideologías, lo cual no contradice el Folclore como
disciplina, ni al folclor como su objeto. La cultura popular y el folclore son
más familiares y se contienen entre sí.
Ante
esta diversidad de lecturas de cómo se presenta la cultura, se observan hoy muy
desfasados los discursos políticos con ahínco exacerbado en lo cultural - nacionalista,
se quiere vivir lo nacional como un dogma, como un fanatismo, cuando en
realidad la esencia de lo que cada pueblo es culturalmente debería de ser tratado
como algo natural; tales exaltaciones políticas obedecen entonces a lógicas personalistas,
partidistas, que anhelando el poder, comienzan a poner en peligro los pueblos,
cuando de lo que se trata es de promover el respeto y la tolerancia por lo diverso.
El
Centro de la Diversidad Cultural adscrito al Ministerio del Poder Popular para
la Cultura (2009:16) en Venezuela, considera que la diversidad cultural se
genera mediante el intercambio, y que “la cultura es un sistema vivo y dinámico
(…), las manifestaciones culturales tradicionales no son únicas, ni puras y en
su proceso de evolución adquieren modalidades y nuevas fuerzas de vitalidad”.
Cuando
dos culturas se encuentran, se producen negociaciones culturales, préstamos,
incorporaciones, cambios; la consecuencia segura del intercambio cultural.
La
mayoría de la población joven de ciudades venezolanas desconocen las
manifestaciones culturales características de su gentilicio, particularmente lo
estudiantes universitarios. Esta situación se detectó mediante los cursos
semestrales que tiene la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez de
Cultura Popular, Artes Plásticas y Manifestaciones Culturales Venezolanas, lo
que conllevó a la docente – investigadora a estudiar la realidad socio – antropológica
de deterioro de toda una simbología y prácticas asociadas a la venezolanidad y
al gentilicio bolivarense.
En
la primera fase de consulta bibliográfica se encuentran las dificultades del
constructo en cuanto a su empleo y a una serie de eventos vinculados a la
hegemonía cultural y a la transculturación que conducen a situaciones de
deculturación. En este sentido, se puede afirmar como resultado preliminar de
esta investigación que la Cultura popular además de ser un constructo
problemático, existe como política de Estado para dar cuenta de la identidad
cultural de cada pueblo o sociedad, que se debe seguir fortaleciendo pese a las
grandes influencias de culturas distintas promovidas por las redes sociales que
se corresponden más con modas, serialización de conductas juveniles, atracción
por los videos juegos, todos propios de una era posmoderna como la que se vive.
En
este sentido podríamos hablar de un proceso de neo modernización global más que
de posmodernidad, aunque ambos conceptos no son excluyentes.
El
experto en Sociología política, Ghalioun (1998:107),
sostiene que:
La
emergencia de una cultura global que transgrede las fronteras culturales
tradicionales se opone a la afirmación del Estado-nación y reduce visiblemente
el control del Estado en la formación de los ciudadanos (…) las relación entre
las culturas; no sólo parece mantenerse la clásica separación entre culturas
dominantes y dominadas, culturas productoras de sentido y frustrantes,
agresivas y estériles, creativas y pasivas, sino que se le añadirán nuevos
fenómenos de destrucción y de esclerosis, más extendidos en las sociedades
marginalizadas.
En
Europa, en África y los países árabes la destrucción del sentido de lo propio
no se piensa que sea lo más relevante ante la vuelta del mundo árabe, a la
primavera. En sí, esto último es lo más notable que se puede decir de los
logros de la globalización. Finalmente, ¿Qué se hace con una actitud
conservadora de la cultura en medio de una opresión del alma, del cuerpo, por
parte de gobiernos fratricidas que utilizan la cultura para pisotear más al
pueblo que los imperios que ellos dicen que son supra hegemónicos?
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