CULTURA POPULAR: UNA TEORÍA PROBLEMÁTICA Autora: Abilene Femayor, [1]abilenef30@gmail.com, C.I.10.572.212. Ciudad Bolívar. Estado Bolívar. Venezuela.

Orinoco. Pensamiento y Praxis/ Año 06 / Nro 09/ (Junio. Diciembre 2018). Pp. (14-26). Multidisciplinarias/ ISSN 2244-8314/ Organismo responsable. Asociación Fraternidad y Orientación Activa/ Editorial. Fondo Editorial ORINOCO Pensamiento y Praxis. Indizada/Resumida en Catalogo Latindex Folio 22927, y adherida a la Red Latinoamericana de Revistas Académicas en Ciencias Sociales y Humanidades (LatinREV) de FLACSO Argentina. Ciudad Bolívar. República Bolivariana de Venezuela.CULTURA POPULAR: UNA TEORÍA PROBLEMÁTICA

Autora: Abilene Femayor, [1]abilenef30@gmail.com, C.I.10.572.212. Ciudad Bolívar. Estado Bolívar. Venezuela.

RESUMEN
La construcción de la cultura popular es un avance investigativo de carácter cualitativo que tiene como objeto generar una disertación autocontestada sobre lo problemático que es la Cultura Popular como constructo teórico. El método empleado es el hermenéutico con una revisión documental de los aportes socio-antropológicos en la materia. El resultado preliminar de esta investigación es que la Cultura popular no obstante de ser un constructo problemático debe seguir fortaleciéndose pese a las tendencias nacionalistas, a las modas y la serialización frutos de la posmodernidad.
PALABRAS CLAVES: Cultura popular, Hermenéutica, Constructo, Problemático.
ABSTRACT
The construction of popular culture is a qualitative research advance that aims to generate a self-published dissertation on the problematic that Popular Culture is as a theoretical construct. The hermeneutic method has been used with a documentary review of the socio-anthropological contributions in the matter. The preliminary result of this research on popular culture means that, in spite of the fact that being a trouble construct, it must continue to strengthen despite national tendencies, fashion and serialization have been postmodernity results.
KEYWORDS: Popular culture, Hermeneutics, Construct, Problematic.
CULTURE POPULAIRE: UNE THÉORIE PROBLÉMATIQUE
RÉSUMÉ
La construction de la culture populaire est une avancée de la recherche qualitative qui vise à générer une thèse auto-publiée sur la problématique que constitue la culture populaire en tant que construction théorique. La méthode utilisée est l'herméneutique avec une revue documentaire des apports socio-anthropologiques en la matière. Le résultat préliminaire de cette recherche est que la culture populaire, en dépit de sa construction problématique, doit continuer à se renforcer malgré les tendances nationalistes, les modes et la sérialisation, fruits de la postmodernité.
MOTS CLÉS: Culture populaire, Herméneutique, Construire, Problématique.

RESUMO
A construção da cultura popular é um avanço de pesquisa qualitativa que visa gerar uma dissertação autopublicada sobre a problemática que a Cultura Popular é como um construto teórico. O método utilizado é a hermenêutica com uma revisão documental das contribuições sócio-antropológicas na matéria. O resultado preliminar desta pesquisa é que a cultura popular, apesar de ser um construto problemático, deve continuar a se fortalecer apesar das tendências nacionalistas, modas e serialização, frutos da pós-modernidade.
Descritores: Cultura popular, Hermenêutica, Construto, Problemática.




[1] Licenciada en Educación Preescolar, Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (1997), Ciudad Bolívar. Especialista en Gerencia Educacional, Universidad Pedagógica Experimental Libertador (2006), Ciudad Bolívar. Doctorante en Ciencias para el Desarrollo Estratégico, mención Organización Comunitaria y Poder Popular, Universidad Bolivariana de Venezuela.


Cuando se nombra la Cultura Popular todos piensan automáticamente en las manifestaciones del gentilicio de una comunidad o nación. Lo popular siempre se ha referido al “pueblo” en quien reside la soberanía. Desde la antigüedad clásica, kratos nombraba al gobierno, autoridad o poder, y “demos” al pueblo; es decir, el gobierno del pueblo. Abraham Lincoln diría en el siglo XVIII, cuando ya existían sociedades libres, no esclavas, como entonces en Grecia y después en Roma, que la democracia es “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” y sin duda, la cultura popular es una expresión democrática del gentilicio.
Muchas son las teorías políticas desde entonces, y todas coinciden en atribuirle en mayor o menor grado la soberanía al pueblo convirtiéndolo en un sujeto de poder; de manera que el concepto de pueblo tiene por esta causa una clara impronta político – ideológica y como tal es sujeto de manipulación e ideologización por parte del Estado y grupos partidistas.
Por tal razón, se tratará de situar en una perspectiva de transcomplejidad, los discernimientos sobre Cultura Popular, de manera de intentar comprenderlos mejor, no sin antes contextualizar lo que se entiende por Complejidad. Para Fernández, R (2016:9) en Morin (2002:22) “es el todo y las partes debidamente organizados, tanto en la cabeza como en la vida práctica”; la complejidad remite a la idea de articular disciplinas, áreas y espacios del saber, de manera que se comprende cuando un todo denominado Cultura se lee en clave de ideología y en clave de construcción de la gente, así como se debería entender que su “uso” manipulado puede tener consecuencias perversas, tanto como ignorar que ella existe.
La cultura es un concepto que se corresponde con las prácticas sociales de una comunidad o nación. El concepto tradicional se refiere a todo aquello que el hombre hace y, quizás en este sentido, puede estar más “libre” de contaminaciones, pero al unirse como sustantivo al adjetivo “popular”, además de las intencionalidades de su uso que en nada tienen que ver con el asunto gramático, comienza a resultar un constructo problemático; especialmente cuando ha sido usado como sustrato de modelos nacionalistas que, ensalzando figuras patrias, batallas, héroes y banderas lo han dogmatizado para exaltar conductas políticas a favor.
Colussi, Marcelo (2018:1) afirma que “definir lo popular es complejo (…) desde una posición conservadora, de derecha, en sentido casi despectivo, contraponiéndolo a elegante, a refinado. (…) en las izquierdas políticas (…) "lo popular" tiene el valor de reivindicación, de grito de protesta”. Este planteamiento evidencia los diferentes matices problemáticos del constructo que pueden asumirse desde posiciones radicales de lado y lado, pues se toca lo concerniente a ideologías claramente polarizadas; posturas que se cruzan en el entramado transcomplejo que es la realidad y las interpretaciones teóricas mismas.
Sin embargo, para Sobrevilla (2001:22), la Cultura Popular es un “regionalismo que se acantona en los productos ya alcanzados de la propia cultura rechazando todo aporte nuevo foráneo”, este rechazo fortalece la idea de un nacionalismo que puede ser dañino en el sentido de asumir rasgos de otras culturas que en algún momento se considera hegemónica o, simplemente la única que “es”, como  hizo la cultura castellana (español).
Es por esto que el comunitarismo pasa a ser una de las amenazas a la construcción de un proyecto de cultura popular, porque si se observa desde la perspectiva del “ser social” o el pertenecer a una historia colectiva común, a una comunidad por encima de todo, cual es la propuesta comunitarista, se corre el riesgo de en lugar de adversar al liberalismo y sus ideas individualistas, construir un acantonamiento excluyente de la totalidad del pueblo y con ello, todo lo que se convoca con la invocación de “cultura popular”.
Santiago Juárez (2010:1) sostiene que para los comunitaristas “los márgenes de estas comunidades tienen unos límites establecidos, y el interés en mantener dicha diferenciación entre lo que está dentro y fuera de las mismas es de especial importancia”, afirmación lapidaria que sustenta lo que representan estas tendencias contra la cultura popular a la que podrían oponérsele fácilmente, además de eso, añade que: “Contrariamente a lo expuesto y defendido por los liberales, los autores de la corriente comunitarista han señalado que más allá de la autonomía personal, es necesario reconocer la pertenencia y la identificación del individuo con una comunidad determinada” (Ibidem, p, 2); planteamiento este que luce apasionado no tanto por las convicciones de los que en él creen, sino por el carácter de anatema que parece exhibir.
Ahora bien, si se asume vehementemente la segmentación perversa que ha tenido la cultura popular como contracultura de la cultura de élites o bellas artes, hay un sello de origen asociado a la hegemonía colonizadora contra los pueblos objetos de colonización; circunstancia ésta que ha servido a nacionalismos, nazismos, fascismos, marxismos, estalinismos e “ismos” de toda índole, llevando así una fuerte carga regionalista – localista “acantonada”, lo cual en un momento histórico tuvo su razón de ser, pero ahora, en la era postcapitalista, caracterizada por el desarrollo de las tecnologías de información y comunicación y la pérdida de certezas que proporcionó la razón moderna, no, aunque en la actualidad, el desarrollo de una teoría de la cultura popular está reñido con el proceso globalizador. Todo apunta a que es el gran obstáculo de las culturas originales.
Visión cósmica de la Cultura Popular (ver figura 1).-
Los modos de producción de conocimiento van parejo con las realidades sociales y culturales; ningún conocimiento surge de la nada, ni siquiera el idealismo; todo es producto de una búsqueda constante de la verdad que ha signado al hombre de todas las épocas y hoy, con el advenimiento de las tecnologías de información y comunicación, el avance de la microelectrónica, sumado al desvanecimiento del sujeto histórico emancipador de las sociedades y el caos ecológico que vive el planeta a pesar de las grandes conquistas tecnológicas, la visión de la cultura debe ser cósmica, lo que no niega la existencia de un sujeto de acción.
Justamente, el sentido del término “cósmico” se refiere a lo global, incluye las partes de ese todo (cosmos), puesto que las realidades no pueden estarse evaluando ni concibiendo desde miradas unilaterales, jerárquicas, de un conocimiento específico, único o absoluto; es una postura transcompleja ante los fenómenos, a lo cual se le suma que el mundo ha cambiado para mostrar a la humanidad que la revolución
científica es la que más ha acercado a los hombres y las culturas, la que ha hecho posible que las minorías se conozcan en el globo y se sepa de su condición de culturas dominadas, de pueblos esclavizados y gobiernos despóticos e irregulares que pasan por democráticos; de hambruna y escasez; todo esto se sabe gracias a la revolución tecnológica aunque no todo sea color de rosa, ésta es una verdad del tamaño del planeta así se diga que la sociedad de la tecnociencia ha vuelto trizas culturas, tradiciones y costumbres, las naciones que menos se pueda alguien imaginar, se han acercado entre sí.
En este orden, la cultura absorbe también la idea de aculturación y transculturación: “Aculturación” y “transculturación” es, para Ortiz (1940) en Sobrevilla (2001:21) un proceso en que una cultura “recibe pasivamente ciertos elementos de otra (…) se presenta una cierta “deculturación” (…), la “transculturación” (…) una cultura adquiere en forma creativa ciertos elementos de otra (…) a través de ciertos fenómenos de “deculturación” y otros de “neoculturación”. La sociedad postcapitalista (también denominada sociedad posmoderna) fundada en “la hipóstasis radical de la racionalidad tecnológica (…), la decadencia de los proyectos humanistas (...), la desconfianza hecha religión sobre todo discurso político (Lanz, 1993:48-54)”, ha minimizado las distancias entre los Estados – naciones, las diferencias culturales y lingüísticas se han reducido y el mundo comienza a ser diverso culturalmente (neocultura, deculturación), más allá del proceso de homogeneización que comporta.
En este orden, las construcciones teóricas sobre cultura se han enfocado más hacia el factor diversidad, posmodernidad, deculturación, y no hacia lo popular como identidad (irrestricta) en el sentido nacionalista, o regionalista a rajatabla, no obstante, hay que dejar en claro que los regionalismos se han hecho más visibles gracias a la sociedad de la información, y nada de lo antes dicho niega la necesidad de poner de relieve las culturas propias, pero las realidades plurales vienen a ser un factor que torna más problemático el constructo en referencia (cultura popular), en el sentido de dejar que siga estando allí, en el centro del debate, como si pretendiese decir que no va desvanecerse ni hibridarse. Seguirá siendo Cultura Popular, sin más.
A este respecto, Tomàs (2014:2) afirma que “La destrucción de la cultura popular (tradicional, europea) y su asimilación al folclore, no es más que un precedente de la continua destrucción a que se ven sometidas las culturas vernáculas de todo el mundo”. En situaciones como estas, la cultura, aliada a lo popular, cobra relevancia como contracultura también en América Latina donde es leída e interpretada como acción y participación inversas a los proyectos de hegemonía cultural que ha hecho estragos en los países en vía de desarrollo; particularmente en grupos étnicos originarios, mayoritarios poblacionalmente, de México, Brasil, Perú, Bolivia, etc., países que en el proceso de industrialización y urbanización de la década de los sesenta, han crecido, convirtiéndose sus ciudades en megalópolis modernas.
Esas ciudades son a decir de Bencomo (2003: 157), “el laboratorio por excelencia de nuevas modas, tipologías emergentes y conductas seriadas”, donde el deterioro, el olvido, el detrimento de lo propio, de lo local, lo popular se nota porque las ciudades han perdido su esencia.
Un estudio sobre las obras del cronista de ciudad de México, el escritor, antropólogo y ensayista, Carlos Monsiváis, realizado por Cifuentes (2010:148), reafirma “la innegable norteamericanización de buena parte de la sociedad en México, que se hace perceptible durante la década del sesenta, y los efectos del consumo de los medios de comunicación; de la expresión de la contracultura emergente”.
Tal situación constata las teorías de renovación y promoción de las culturas populares y se sintoniza con las prácticas originarias, cotidianas, que son reclamadas por razones tácitas por los que apuestan a la preservación del patrimonio inmaterial de los pueblos y por quienes, desde una visión izquierdista han reivindicado el valor del constructo Cultura Popular, amén de lo que implican los nuevos modos de vida  posmodernos que siempre compiten, sin proponérselo, con lo popular, incluso con los nacionalismos. Llegaría acaso un momento, en que lo posmoderno  se convierta en una cultural específica y plural; vale decir una y múltiple.

Figura 1 Visión cósmica de Cultura Popular
Cultura Popular: ¿Realidad, o política de Estado?
Transcomplejamente: Las dos a la vez.
Una, porque lo popular, como residencia de lo originario, de lo cultural, lo lingüístico y costumbrista, es una realidad. Siempre ha existido y existirá. Como política de Estado también existe, puesto que todo Estado tiene la responsabilidad de promover, difundir y fortalecer las manifestaciones culturales propias de las naciones que gobiernan. Y si algo mantiene el conocimiento de las culturas populares, entendidas como manifestaciones nacionales, son las políticas de Estado a nivel internacional, nacional y regional.

De manera que aquí, lo único que parece ruidoso es el uso que hace el Estado de esas manifestaciones; en especial, las más sensibles de exaltar para efectos de consecución de poder son las asociadas a símbolos patrios, héroes, banderas, signos identitarios que por estar instalados en la subjetividad de los pueblos se facilita exaltarlos, manipularlos.
La proclama de la UNESCO (2001:1) cuando declara el respeto por la Diversidad Cultural matiza los acontecimientos nombrados. La diversidad cultural “es patrimonio común de la humanidad” y en razón de ello “la cultura adquiere formas (…). Esta diversidad se manifiesta en la originalidad y la pluralidad de las identidades (…), la diversidad cultural es tan necesaria para el género humano como la diversidad biológica” (artículo 1), señalamientos éstos que permiten concluir que es necesario asumir la cultura popular desde una visión cósmica que incluye sin dudas, a países como el nuestro: Venezuela.
La cultura popular en Venezuela.
La cultura popular venezolana es muy vasta. Venezuela es cuna de cantores, poetas, artistas plásticos, músicos, arquitectos, educadores, ceramistas, danzadores, compositores, cultores, médicos y científicos, que han otorgado un aporte significativo a la humanidad.
Posee un acervo patrimonial diverso en todas sus regiones y sin embargo, no existe un debate acerca del tema de lo popular, solo acciones de Estado. Por cierto que, la posición sobre la cultura expuesta por el gobierno venezolano, se inscribe en las políticas latinoamericanas; los temas presentes en el portal de la Alternativa Latinoamericana Bolivariana (ALBA), por ejemplo, son en los términos siguientes:
Buen Abad (2018:3) plantea, casi en delirio regionalista, la necesidad de que la cultura vaya de la mano con las victorias de la Patria Grande que es América Latina, propuesta oportuna porque tiene caracteres que se asemejan a los que en Venezuela hoy se enuncian en los discursos socio – políticos y en los planes estratégicos de la nación que delinean un modelo de sociedad socialista y bolivariana:
Nos urge construir la Historia completa de las Luchas Culturales y Comunicacionales de la Patria Grande. Escribirla a muchas manos (…). Para que no nos desoriente ni nos deprima la “Historia Oficial” que la burguesía inventa para usurparnos las luchas y sus símbolos, la revolución y su sentido.
Nos urge construir la Historia Completa de las Luchas Culturales y Comunicacionales para recuperar y salvaguardar nuestro derecho a ser creadores y creativos de un modo nuevo de vivir y de decir cómo queremos “vivir viviendo” y no vivir sobreviviendo el desastre planetario que el capitalismo ha dejado.
Se observa una tendencia regionalista – clasista que concuerda con las posiciones teóricas de autores que defienden a ultranza la cultura popular no sólo como concepto sino como una realidad social característica de pueblos colonizados como los de América Latina y de Estados - naciones que aspiran instalarse en el poder implementando ideologías nacionalistas.
El Estado venezolano se ha valido de políticas públicas emanadas del Ministerio del Poder Popular para la Cultura y del Centro de la Diversidad Cultural que más auge le ha conferido a la cultura, para promover lo popular como cultura que se identifica con un proyecto de país y con un segmento especifico de la población; sin embargo, es bueno acotar que desde que la UNESCO declaró en 2001 el respeto ´por la Diversidad Cultural, tales políticas se han circunscrito a lo diverso dentro del fomento a la cultura “local” o “popular”.
¿Qué significa esto?
El mundo globalizado por los mass media ha hecho posible que la cultura popular pueda verse no con una mirada hacia el ombligo propio, sino con una mirada hacia fuera, al exterior de los Estados – naciones; es decir que, lo popular como identidad irrestricta ha ido desapareciendo, no sólo por el hecho mismo de que se vive en el seno de sociedades que adoptan o asimilan culturas de otros pueblos, sino porque el mundo posmoderno ha promovido de manera constante el intercambio y la interconexión mundial, de modo que las culturas están en retroalimentación permanente.
Algunas diferencias.-
Recapitulando, la Cultura Popular en Sobrevilla (2001:22) se ha entendido como un “regionalismo acantonado que rechaza todo aporte nuevo foráneo”, en este caso, quiere confrontar el hecho moderno, mass mediático.
Lo mediático está directamente asociado al desarrollo tecno científico, sobre todo al hecho comunicacional que se desarrolla mediante los medios culturales o de comunicación ampliamente estudiados por la Teoría crítica, que cuestiona el producto de una Cultura mediática. Esta lectura es distinta a la de cultura popular, porque la masificación se refiere a muchedumbre, multitud sin distinciones, uniforme, serializada, uniformada.
Un autor como Riffo Pavón (2015:5-6) afirma que la cultura de masas “a grandes rasgos obedece a la masividad de la cultura (…), la implementación de nuevas tecnologías, los medios de comunicación emergen con mayor fuerza (radio, prensa, cine, televisión). Son estos los medios que hicieron que la cultura se masificara” sin llegar a ser popular, todo lo contrario, la cultura popular es distintiva, múltiple, auténtica, similar al folclore, lo contiene, mientras que lo mediático es más bien esnobista, tecnicista, a distancia, transculturizado.

El Folclore también se ha concebido como el “producto del quehacer de una sociedad determinada” (Urrutia, 2006:1),  no tiene ese sesgo ideológico como la Cultura popular, sin embargo, las manifestaciones culturales de la gente sí han sido usadas para toda suerte de ideologías, lo cual no contradice el Folclore como disciplina, ni al folclor como su objeto. La cultura popular y el folclore son más familiares y se contienen entre sí.
Ante esta diversidad de lecturas de cómo se presenta la cultura, se observan hoy muy desfasados los discursos políticos con ahínco exacerbado en lo cultural - nacionalista, se quiere vivir lo nacional como un dogma, como un fanatismo, cuando en realidad la esencia de lo que cada pueblo es culturalmente debería de ser tratado como algo natural; tales exaltaciones políticas obedecen entonces a lógicas personalistas, partidistas, que anhelando el poder, comienzan a poner en peligro los pueblos, cuando de lo que se trata es de promover el respeto y la tolerancia por lo diverso.
El Centro de la Diversidad Cultural adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura (2009:16) en Venezuela, considera que la diversidad cultural se genera mediante el intercambio, y que “la cultura es un sistema vivo y dinámico (…), las manifestaciones culturales tradicionales no son únicas, ni puras y en su proceso de evolución adquieren modalidades y nuevas fuerzas de vitalidad”. Cuando dos culturas se encuentran, se producen negociaciones culturales, préstamos, incorporaciones, cambios; la consecuencia segura del intercambio cultural.

La mayoría de la población joven de ciudades venezolanas desconocen las manifestaciones culturales características de su gentilicio, particularmente lo estudiantes universitarios. Esta situación se detectó mediante los cursos semestrales que tiene la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez de Cultura Popular, Artes Plásticas y Manifestaciones Culturales Venezolanas, lo que conllevó a la docente – investigadora a estudiar la realidad socio – antropológica de deterioro de toda una simbología y prácticas asociadas a la venezolanidad y al gentilicio bolivarense.
En la primera fase de consulta bibliográfica se encuentran las dificultades del constructo en cuanto a su empleo y a una serie de eventos vinculados a la hegemonía cultural y a la transculturación que conducen a situaciones de deculturación. En este sentido, se puede afirmar como resultado preliminar de esta investigación que la Cultura popular además de ser un constructo problemático, existe como política de Estado para dar cuenta de la identidad cultural de cada pueblo o sociedad, que se debe seguir fortaleciendo pese a las grandes influencias de culturas distintas promovidas por las redes sociales que se corresponden más con modas, serialización de conductas juveniles, atracción por los videos juegos, todos propios de una era posmoderna como la que se vive. En este sentido podríamos hablar de un proceso de neo modernización global más que de posmodernidad, aunque ambos conceptos no son excluyentes.


El experto en Sociología política, Ghalioun (1998:107), sostiene que:
La emergencia de una cultura global que transgrede las fronteras culturales tradicionales se opone a la afirmación del Estado-nación y reduce visiblemente el control del Estado en la formación de los ciudadanos (…) las relación entre las culturas; no sólo parece mantenerse la clásica separación entre culturas dominantes y dominadas, culturas productoras de sentido y frustrantes, agresivas y estériles, creativas y pasivas, sino que se le añadirán nuevos fenómenos de destrucción y de esclerosis, más extendidos en las sociedades marginalizadas.
En Europa, en África y los países árabes la destrucción del sentido de lo propio no se piensa que sea lo más relevante ante la vuelta del mundo árabe, a la primavera. En sí, esto último es lo más notable que se puede decir de los logros de la globalización. Finalmente, ¿Qué se hace con una actitud conservadora de la cultura en medio de una opresión del alma, del cuerpo, por parte de gobiernos fratricidas que utilizan la cultura para pisotear más al pueblo que los imperios que ellos dicen que son supra hegemónicos?

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Bencomo, Anadeli (2003). Subjetividades urbanas: mirar/contar la urbe desde la crónica. Revista Iberoamericana, No. 11, pp. 145-159.
Buen Abad (2018). Victorias culturales y comunicacionales de los pueblos. Disponible en: http://www.portalalba.org/index.php/articulos/cultura/cultura-popular/15665-victorias-culturales-y-comunicacionales-de-los-pueblos. [Consultado el 15, abril, 2018]
Centro de la Diversidad Cultural Ministerio del Poder Popular para la Cultura (2009). Culturas populares y diversidad cultural. Una experiencia de legitimación y promoción de tradiciones venezolanas, a través de mesas técnicas con comunidades. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales. Vol.15 N.3 Caracas. Disponible en: http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pi. [Consultado el 8 de abril, 2018].
Cifuentes María (2010). Sobre medios, masa, cultura popular en las crónicas de Carlos Monsiváis. Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Núm. 36, pp. 147-156. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador. ISSN: 1390-1249. Ecuador.
Colussi, Marcelo (2018). Cultura popular: entre el arte, el negocio y el control social. disponible en: http://www.portalalba.org/index.php/articulos/cultura/cultura-popular/16484-cultura-popular-entre-el-arte-el-negocio-y-el-control-social. [Consultado el 15, abril, 2018]
Fernández, Rusalca (2016). Artículo científico. Transversalidad y Transcomplejidad en la Unidad Básica Integradora Proyecto del Programa de Estudios Políticos de la Universidad Bolivariana de Venezuela, sede Bolívar.
Ghalioun, Burhan (1) (1998). Globalización, deculturación y crisis de identidad. Fundación CIDOB, 1998. (1): Université de la Sorbonne-Nouvelle, París. Disponible en: www.cidob.org. [Consultado el 9 de abril, 2018].
Lanz, R (1993).  El discurso posmoderno: Crítica de la razón escéptica. Ediciones Universidad Central de Venezuela, Caracas. Venezuela.
Riffo Pavón (2015).  La cultura mediática. Reflexiones y perspectivas. Revista Scielo, Vol.6 No.2 – España. Disponible en:  http://www.scielo.org.pe/scielo.php. Disponible en: [Consultado el 9 de septiembre, 2018].
Santiago Juárez (2010). El concepto de ciudadanía en el Comunitarismo. Revista Scielo.  N. 23 México. Disponible en: www.scielo.org.mx/scielo.php? [Consultado, 10 de septiembre, 2018].
Sobrevilla, David (2001). Transculturación y Heterogeneidad: Avatares de dos Categorías Literarias en América Latina. Revista Crítica Literaria Latinoamericana. Año XXVII, Nº 54. Lima-Hanover, 2do. Semestre, pp. 21-33
Tomàs, R (2014). Observaciones sobre la cultura popular. Revista de Historia y Crítica de las Artes. Archivado en Revista impresa, Situaciones N. º4. Barcelona. España. http://situaciones.info/revista/observaciones-sobre-la-cultura-popular. [Consultado, 10 de abril, 2018].
Urrutia, Raúl (2006) Tratado de Folklore. Montevideo. Uruguay,
UNESCO (2001). Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural disponible en: http://portal.unesco.org/es/ev.php. [Consultado el 12 de abril, 2018].





Comentarios

Entradas populares de este blog

CIUDAD GUAYANA, LA URBE QUE NACIÓ EN SAN FÉLIX Autor: Saul Edecio Galea Serrano* [ ] sauledecio@yahoo.com, saulgalea@hotmail.com, sauledecio@gmail.com, WhatsApp: +584249695337 CODIGO ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2946-3485

Edición de nuestra revista, Año 5 N° 8- 2017.

NORMAS PARA LA PRESENTACIÓN DE ORIGINALES DE LA REVISTA ARBITRADA: ORINOCO, PENSAMIENTO Y PRAXIS

GUÍA PARA ELABORAR EL PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA DE UNA TESIS: EL MÉTODO DEL HEXÁGONO[1] Autor: José Luis Arias Gonzáles[2]